Vivienda Colectiva

Definición

Vivienda destinada a ser habitada por un colectivo, es decir, por un grupo de personas sometidas a una autoridad o régimen común no basados en lazos familiares ni de convivencia. Normalmente en un edificio de uso mayoritariamente residencial que dispone de acceso y servicios comunes para más de dos viviendas.

Tipos de vivienda

  • Términos genéricos: casa, hogar, cabaña, alojamiento.
  • Tipos según la asociación con otras viviendas:
  • Vivienda colectiva: piso, apartamento, ático, dúplex, loft.
  • Vivienda unifamiliar: villa, chalet, bungalow, palacio.
  • Vivienda prefabricada.
  • Tipos específicos de viviendas de diversas culturas y regiones geográficas: barraca, cortijo, dacha, iglú, isba, palafito, ruca, tipi, yurta.
  • Asociados a usos agropecuarios: rancho, hacienda, estancia, masía.
  • Viviendas provisionales e infraviviendas: tienda de campaña (de distintos tipos como de paredes de palos y techos de hojas grandes), favela, chabola, chamizo, cueva, mediagua.

Antecedentes clásicos de la vivienda colectiva

Muchos siglos antes del comienzo de las viviendas colectivas, las civilizaciones clásicas vivían de una forma diferente, pero es el germen del cual nos hemos nutrido a lo largo de nuestra historia hasta llegar a nuestros días.
Los latinos, en la Italia prerromana vivían en cabañas redondas o elípticas, coronadas por un techo cónico de paja. Se disponían sobre una base que las aislaba de la humedad. Así sería la cabaña de Rómulo y las viviendas del primer asentamiento de Roma. Bajo la influencia de los etruscos, estas casas se convirtieron en rectangulares, y para albergar a toda la familia, formaban un recinto en torno a un patio central que daba a un jardín (hortus), también en el recinto. Al fondo del patio central, se encontraba el tablinum, originalmente la habitación donde dormía el padre de familia.
Esta forma apenas evolucionaría para llegar a convertirse en una villa rústica (pars rustica).
Las viviendas de la Antigua Roma permitieron acomodar a todos los estatus de la sociedad romana que, sobre todo, durante el Imperio Romano, se convirtió en una sociedad muy jerarquizada.
En Roma, debido a la escasez de tierra, el patio central se redujo al atrium. Las viviendas evolucionarían hacia las insulae para las clases más humildes. Para los ricos, las domus, que derivarían en palacios para los más ricos o villas, fuera de las ciudades.

Inicios de la vivienda colectiva en España

El proyecto de vivienda colectiva, entendida como aquella que da respuesta al alojamiento de un usuario no conocido, comenzó a ser considerado a finales del S. XIX y principios del XX, como consecuencia del crecimiento de las ciudades y de una serie de cambios sociales acaecidos. Como base, y durante varias décadas, las ideas planteadas por los arquitectos del Movimiento Moderno permitieron investigar sobre el modo de proporcionar alojamientos colectivos, lo más rápido y eficazmente posible, a través de modelos repetidos un número determinado de veces en un espacio limitado.
Con la promulgación de la primera Ley_de_Casas_Baratas en 1911, se inició la intervención pública en el alojamiento colectivo de la población obrera, que no erradicó ni el barraquismo ni la autoconstrucción, y que alcanzó su zenit en las décadas 60 y 70, en paralelo con iniciativas de otros promotores tales como empresas, cajas de ahorros e instituciones religiosas. En 1853, se aprueban medidas legislativas como la Real Orden de 9 de septiembre, que instaba a los gobernadores civiles de Madrid y Barcelona a construir casas para pobres, dando lugar a debates y propuestas de interés. En el caso de Barcelona cabe destacar la que formuló el arquitecto Josep_Oriol_Mestres en 1854, para construir un edificio de viviendas colectivas para obreros en terrenos del barrio de Les Corts que, a pesar de no llegar a materializarse, dio lugar a un amplio estudio sobre la tipología unifamiliar o colectiva de las casas obreras, y en el que participaron activamente, entre otras entidades, la Sociedad Económica de Amigos del País realizando una propuesta alternativa en forma de casas unifamiliares. En Madrid, en 1862, hubo una propuesta similar, la “Villa Isabel II” proyectada por Daguillon, que tampoco se materializó.

Concepto desarrollado

La vivienda colectiva puede ocupar sólo parcialmente un edificio o, más frecuentemente, la totalidad del mismo. A efectos censales, se incluyen tanto las viviendas colectivas propiamente dichas , como los hoteles, pensiones y establecimientos análogos. Generalmente, la vivienda colectiva ofrece un apartamento mono ambiente, unidades de apartamentos de varias habitaciones. La mayoría de las viviendas colectivas ofrecen áreas compartidas a las que pueden acceder los residentes pero sirven de uso solo para algunos de ellos, áreas comunes, además de servicios limitados, principalmente actividades sociales coordinadas. El costo mensual de vivir en un centro de vivienda colectiva generalmente incluye el alquiler (o el pago de la hipoteca si está comprando su residencia), y en ocasiones pueden incluirse comidas y servicio liviano de tareas domésticas, así como recogida de basuras. Pueden ofrecerse servicios de lavandería, transporte local, asistencia con medicamentos y otros servicios de trabajo liviano mediante el pago de una tarifa.
Aunque es verdad que en la mayoría de la actuales viviendas colectivas son menores los servicios que se prestan, debido a los costes económicos que ello supone, de igual manera estos costes también afectan directamente a los bienes comunes a los residentes de las viviendas colectivas. La vivienda colectiva ha sido un fértil campo de experimentación durante todo el siglo XX y seguirá siendo un tema candente durante el siglo XXI. Los cambios en las formas de vida, la evolución tecnológica y la necesidad de aumentar la densidad de las ciudades han sido algunos de los motivos que han propiciado que los arquitectos del siglo XX investigasen el tema de la vivienda colectiva de forma exhaustiva. En la actualidad se sigue trabajando en ello, ya que la vivienda colectiva permite aprovechar mejor los recursos necesarios para una vivienda, reduciendo los costes a sus inquilinos.

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